No hay en la historia un astro y un metal tan mágicamente unidos como la luna y la plata.
En su lengua, los Incas dieron a la plata el nombre de la Luna: creían que eran las lágrimas derramadas por ella un día que el sol la disgustó.
Los alquimistas que buscaban el elixir de la vida eterna también llamaron Luna a la plata, e incluso utilizaron el cuarto creciente como signo de este elemento.
No extraño, porque la luz que desprenden es la misma: blanca, pura y enigmática. Además, las dos son femeninas, misteriosas, sensuales y atraen las miradas en la oscuridad.
Esta fascinación por la Luna nos ha llevado a dedicarle nuestra nueva colección a Selene, diosa de la mitología griega. Joyas en plata de ley inspiradas por su forma y superficie, marcada por cráteres y mares lunares.
Déjate seducir por el resplandor de la luna llena.